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En este audiolibro se incluyen las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer: - "El miserere": Se desarrolla en la época medieval, durante la noche de Jueves Santo, en la célebre abadía navarra de Fitero, en las ruinas del monasterio. Además se cree que esta leyenda está inspirada en el monasterio de yerga Autol. -" El rayo de luna": Manrique ama la soledad.

Pedro Alfonso de Orellana amaba sin límites a la bella María Antúnez. Un día en que la sorprende llorando, logra, tras mucha insistencia, enterarse que lo que la joven ansía de forma obsesiva: la ajorca de oro que lleva en uno de sus brazos la imagen de la Virgen del Sagrario, patrona de la ciudad de Toledo.Tras una considerable lucha entre sus convicciones religiosas y su pasión amorosa, vence esta última, y esa misma noche el enamorado entra en la Catedral sigilosamente. Consigue tomar la preciada ajorca de la Virgen, pero de repente.

Todos se reian del pobre Esteban, nadie se creia sus historias sobre la corza blanca y su manada que correteaban por el bosque y entre risas se burlaban de el. Pero quizás los ojos del simple Esteban veian cosas que los demás no veían, precisamente por esa inocencia que a los demás faltaba. La risa de Constanza, cuya belleza embelesaba a Esteban hasta el punto de quedarse sin habla, contagiaba a todos cuantos el joven pastor contaba lo que le pasaba cada noche junto al arroyo donde esperaba a las corzas.

Una tarde de otoño cualquiera el poeta se funde completamente con el medio natural y escucha la conversación de dos hojas secas cualesquiera que se encuentran al borde del camino en la que una le cuenta a la otra como ha llegado hasta allí arrastrada por el torbellino de aire, mientras que la otra ha llegado a lomos de las aguas del río y sólo un último vendaval ha sido capaz de levantarla y de traerla donde se encuentra.

Nuestro joven protagonista, Manrique, es un joven poeta, a quien le atrae todo lo romántico, los bosques, los monasterios... y atendiendo a las palabras de un fraile que le ha dicho que las estrellas que ve en el cielo son otros mundos, se dedica a soñar con las mujeres que habitarían esos mundos. Paseando una noche de verano le parece ver el borde del vestido blanco de una mujer, que enseguida desaparece....

Nos cuenta la historia de Maese Pérez, un hombre ya muy anciano que tocaba el órgano en la iglesia de Santa Inés. Tocaba el órgano, como nadie lo había hecho antes; el arte lo heredó de su padre, pues al fallecer le dejó su órgano, y Maese Pérez decidió seguir sus pasos. Todo el mundo lo conocía además de por tocar el órgano, por lo bueno que era. Lo solía tocar en Nochebuena, pues significaba mucho esa noche para él. Además, era ciego, pero sabía que un día conseguiría ver a Dios.

En esta leyenda en la que Bécquer se pone en la voz del mismo narrador, cuenta como un día paseando por el barrio de San Jerónimo de Sevilla se encontró con una venta en la cual había gran algazara y jolgorio. Se decidió a tomar algo, y mientras bebía, observó a una chica, que era la cantante en un coro femenino y consiguió hacer de ella un bonito retrato a lápiz. Cuándo se disponía a abandonar la venta, el responsable del coro masculino, un chico joven, se le acercó y le pidió que le regalase el retrato de su amada.

Esta trágica leyenda está relacionada con la rima LXXVI del mismo autor. En ella hablan de la llegada de un grupo de soldados franceses a la conquistada Toledo, y que no habían podido encontrar un alojamiento, y fueron a dormir a una vieja y abandonada iglesia.Las Leyendas son un conjunto de narraciones de carácter posromántico escritas por Gustavo Adolfo Bécquer y publicadas entre 1858 y 1864.

El juglar nos cuenta en este sonolibro, ideal para un viaje corto, la historia de Teobaldo de Montagut desde su nacimiento. Teobaldo al fallecer sus padres, hereda el título de conde y se dedica hacer toda clase de fechorías sin respeto por lo humano ni por lo divino. Un día de cacería en el que quiere castigar a un sacerdote que le reprocha su comportamiento, Teobaldo va a empezar el viaje más importante de su vida entre el cielo y el infierno, en el que le va a ser mostrada con toda su crudeza, la repugnante clase de persona en la que se había convertido.

En esta leyenda narrada en primera persona el autor la cuenta un hecho que ha vivido personalmente en un viaje que hizo a Toledo. Un día paseando por una estrecha y deshabitada calle se fijó en una ventana y viendo una cortinilla que se movió creyó vislumbrar una mano blanca de mujer que se movía. Volvió a pasar varios días por delante de aquella ventana y cada vez volvió a ver la mano blanca.