Cuitlahuac, o Cuitlahuatzin -hijo de Axayácatl y de una princesa de Iztapalápan-, nació aproximadamente en 1469. Gobernó del 7 de septiembre al 25 de noviembre de 1520.

Luego de luchar en contra de Pánfilo de Narváez, Hernán Cortés regresó de Veracruz a México Tenochtitlan y encontró la ciudad en medio del caos. Los mexicas llevaban alrededor de dos semanas atacando a Pedro de Alvarado y sus soldados, resguardados en el palacio de Axayácatl. Cortés le exigió a Moctezuma que abriera el tianguis de Tlatelolco y que tranquilizara al pueblo mexica, pero éste le dijo que la única persona que podría calmarlos era su hermano Cuitláhuac y por ello era indispensable que lo liberara. El conquistador no tuvo otra opción, además creía que el gobierno de los mexicas se heredaba de padres a hijos y no imaginó que al soltar a Cuitláhuac, estaba dejando libre al futuro tlatoani, quien al salir se dedicó a organizar a su pueblo.

La noche del 30 de junio de 1520, luego de la muerte de Moctezuma Xocoyotzin, los españoles tuvieron que forzar su salida, pero los mexicas furiosos les tenían preparada una emboscada por la calzada de Tlacopan. La huida de los invasores comenzó alrededor de las once de la noche y terminó poco antes del amanecer. Murieron alrededor de ocho mil nahuas (mexicas, tlaxcaltecas y demás) y mil trescientos soldados españoles, en la que se conoce como La noche triste.

En esta impactante entrega de la saga Tlatoque, Sofía Guadarrama Collado nos lleva a conocer el universo de uno de los tlatoque más importantes de la historia mexica pero menos conocidos: Cuitláhuac, el tlatoani que logró sacar a los españoles de México Tenochtitlan y los persiguió por todo el valle del Anáhuac hasta acorralarlos.

Hay quienes creen que Cuitláhuac habría logrado desterrarlos si no hubiera muerto por culpa de aquella enfermedad desconocida que llenaba de ronchas a sus víctimas hasta la muerte. Dos males pusieron en jaque a este gran estratega militar: la viruela y la pólvora.