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Pepita Jiménez, de Juan Valera - El conflicto entre pasión y deber

Pepita Jiménez, de Juan Valera - El conflicto entre pasión y deber

Título

Pepita Jiménez

Autor

Juan Valera

Publicado

1874

Longitud

ca. 172 páginas

Época

Realismo español del siglo XIX

Ambientación

Un pueblo andaluz

Géneros

Novela epistolar, Realismo, Novela romántica

Tiempo de la trama

Mediados del siglo XIX

Temas principales

Conflicto entre vocación religiosa y amor terrenal

Transición de la juventud a la madurez

Papel de la mujer en la sociedad rural española

Fe y dudas religiosas

Costumbres de la Andalucía rural

Adaptaciones

Película muda (1927) dirigida por Agustín García Carrasco

Película (1946) dirigida por Emilio Fernández

Película (1975) dirigida por Rafael Moreno Alba

Serie de televisión (1978) dirigida por Manuel Aguado para TVE

Ópera (1895) compuesta por Isaac Albéniz

Calificación

3.51 / 5 en Goodreads

Acerca de Pepita Jiménez

Juan Valera publicó Pepita Jiménez, su primera novela, con cincuenta años. Antes había aparecido por entregas en la Revista España. Desde el primer momento de su publicación, tuvo la aprobación del público y llegó a ser una de las novelas más leídas en España en las siguientes décadas. Se tradujo a diez idiomas.

Cuando Valera empezó a escribir poesía en su juventud, el movimiento literario imperante era el Romanticismo, pero cuando publicó Pepita Jiménez estaba en pleno apogeo el realismo. Sin embargo, la novela no se puede definir ni como romántica, ni como realista pura. El escritor siempre estuvo fuera de las modas literarias y las corrientes estilísticas de su tiempo, y eso convierte Pepita Jiménez en una novela innovadora y precursora, en cierta medida, de movimientos estéticos posteriores.

La estructura narrativa de Pepita Jiménez es novedosa, sin renegar de la tradición, pues combina el formato epistolar con la narración en tercera persona, y aborda temas psicológicos y morales con una sutil ironía característica del estilo de Valera. Él quiso que esta novela fuera poesía con pinceladas costumbristas, y no historia. Por eso, el estilo de Juan Valera está en las antípodas de autores realistas como Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós en España, o Flaubert en Francia.

Juan Valera utiliza un recurso clásico, igual que Cervantes, que consiste en contar la historia a partir de unos papeles encontrados en una iglesia tras la muerte del deán de la catedral. A través de la información y de las cartas descubiertas, se va mostrando la historia de sus protagonistas. El resto lo cuenta un narrador en tercera persona.

Trama de Pepita Jiménez

Luis de Vargas es un seminarista de veintidós años que regresa a su pueblo para pasar una temporada con su padre antes de ordenarse sacerdote. Allí conoce a Pepita Jiménez, una mujer de veinte años que a pesar de su juventud es viuda. Pepita se había casado a los dieciséis años con un tío suyo de ochenta. Y ahora la cortejan más de quince hombres, entre los que se encuentra don Pedro de Vargas, padre de Luis. El seminarista le escribe una serie de cartas a su tío, el deán, y le va contando los acontecimientos. Aunque está centrado en su vocación religiosa, Pepita le provoca inquietud y un interés que no puede controlar.

A medida que pasan los días, Luis lucha internamente entre su devoción religiosa y sus crecientes sentimientos hacia Pepita. Mientras tanto, ella también desarrolla sentimientos profundos por Luis, aunque intenta reprimirlos por respeto a su vocación. Y, aunque el deán lo previene sobre los peligros que lo acechan, Luis no consigue evitar enamorarse de la joven, a la que ve con cierta frecuencia en las tertulias que Pepita organiza en su casa. La tensión entre ellos va creciendo hasta que, después de varios intentos por alejarse y olvidarla, ambos se confiesan su amor.

En la segunda parte de la novela, contada ya en tercera persona, y que se titula “Paralipómenos”, Luis y Pepita empiezan a verse clandestinamente, con la complicidad de la criada Antoñona, que organiza los encuentros. El joven seminarista se debate en un mar de dudas, pues no solo está en peligro su vocación sacerdotal, sino la relación con su propio padre y con el pueblo, que no entendería su comportamiento.

La situación se complica aún más cuando Luis se ve involucrado en un duelo con el conde de Genazahar, quien le debía dinero a Pepita y le había faltado al respeto públicamente. Este incidente pone de manifiesto la transformación de Luis, alejado ya definitivamente de su vocación religiosa. Finalmente, tras la reflexión y la lucha interna, Luis decide revelarle a su padre los sentimientos que hay entre Pepita y él. Don Pedro le confiesa, a su vez, que ya lo sabía, pues en el pueblo era un secreto a voces. Finalmente se casan.

En la tercera parte, a través de las cartas que don Pedro de Vargas le envió a su hermano, el deán, conocemos la vida feliz de la pareja en los cuatro años siguientes. Pepita y Luis han tenido un hijo, Periquito, y viajan a menudo por Europa. También nos habla de otros personajes, como Currito, que se casó con una labradora, o el conde, que terminó pagando la deuda que tenía con Pepita. Así sabemos que la pareja mantiene un equilibrio entre la vida terrenal y la espiritual.

Los personajes en Pepita Jiménez

Personajes principales

  • Pepita Jiménez: Joven viuda de veinte años, protagonista de la novela. Hermosa, inteligente y de carácter fuerte, Pepita se enamora de Luis de Vargas, desafiando las expectativas sociales y religiosas. Su lucha interna entre el amor y el deber refleja los temas centrales de la obra. A lo largo de la historia, Pepita muestra una evolución personal, pasando de ser una viuda recatada a una mujer que lucha por su felicidad.

  • Luis de Vargas: Joven seminarista de veintidós años, hijo de don Pedro. Inicialmente dedicado a su vocación religiosa, Luis experimenta un conflicto interno cuando se enamora de Pepita. Su lucha entre el amor terrenal y su vocación religiosa forma el eje central de la trama. A través de sus cartas y acciones, vemos su transformación de un joven idealista a un hombre que debe reconciliar sus deseos con su fe.

  • Don Pedro de Vargas: Padre de Luis y pretendiente de Pepita. Hombre maduro y acaudalado, representa la figura del cacique local. Su deseo de casarse con Pepita, treinta y cinco años más joven, y su posterior aceptación del amor entre ella y su hijo muestran su evolución como personaje. Don Pedro actúa como un catalizador para muchos de los acontecimientos de la trama.

  • El vicario: Sacerdote del pueblo y consejero espiritual de Pepita. Representa la voz de la moral y la religión en la novela. Su papel es fundamental en el desarrollo de la trama, pues actúa como intermediario entre los personajes principales y ofrece orientación espiritual. Su muerte al final de la novela marca un punto de inflexión en la historia.

Personajes secundarios

  • Antoñona: Criada y confidente de Pepita. Juega un papel crucial en facilitar la relación entre Pepita y Luis. Su astucia y lealtad la convierten en un personaje clave para el desarrollo de la trama.

  • El deán: Tío de Luis y su mentor espiritual. Aunque no aparece directamente en la acción, sus cartas y consejos influyen en las decisiones de Luis. Su presencia funciona como eje vertebrador de la trama.

  • Conde de Genazahar: Aristócrata que, al ser rechazado por Pepita, trata de humillarla. Su presencia añade tensión a la trama y provoca el duelo con Luis.

  • Currito: Primo de Luis. Representa la vida despreocupada y mundana, en contraste con la seriedad inicial de Luis.

  • Doña Casilda: Madre de Currito. Su presencia le da un colorido local a la historia y proporciona momentos de humor en la novela.

  • El médico: Personaje que aporta una perspectiva racional y científica a los acontecimientos del pueblo.

  • El escribano: Otra figura de autoridad en el pueblo que participa en las tertulias y acontecimientos sociales.

  • El capitán: Militar que aparece en algunas escenas, y añade variedad al grupo de personajes del pueblo.

Ubicación geográfica, temporal y cultural

Un retrato de la Andalucía rural

La trama de Pepita Jiménez se desarrolla en un pequeño pueblo andaluz sin nombre, que representa el entorno rural característico de la región a mediados del siglo XIX. El autor recrea con maestría el ambiente de estas localidades, con sus calles estrechas, casas encaladas y la omnipresente influencia de la Iglesia católica.

La novela describe con detalle los espacios que son propios de estos pueblos: la plaza central, la iglesia parroquial, las casas señoriales y las huertas que rodean el casco urbano. Estos lugares sirven como escenario para el desarrollo de la historia y reflejan la vida cotidiana y las costumbres de la sociedad andaluza de la época.

También se describe magistralmente en la novela la estructura de una sociedad estratificada, con una diferencia muy marcada entre las clases sociales. Los terratenientes y la nobleza rural ocupan una posición privilegiada, mientras que los campesinos y agricultores tienen una vida humilde. En todos los estratos juega un papel importante la religión y la influencia que tiene en cada uno de los ámbitos de la vida cotidiana. Las costumbres y tradiciones tienen también un gran peso entre la gente.

Entre tradición y modernidad

La acción de Pepita Jiménez transcurre a mediados del siglo XIX, en un periodo de transición para España. El país se debate entre la pervivencia de las tradiciones y los valores del Antiguo Régimen y las nuevas ideas liberales que empiezan a calar en la sociedad.

Esta tensión entre lo viejo y lo nuevo se refleja en los personajes de la novela. Luis representa las ideas más conservadoras asociadas a la religión, mientras que Pepita encarna una visión más moderna y vital de la existencia. El conflicto entre ambas posturas es uno de los ejes centrales de la obra.

Una sociedad en transformación

Juan Valera escribió Pepita Jiménez en un momento de profundos cambios sociales y culturales en España. La sociedad estamental y jerárquica del Antiguo Régimen daba paso lentamente a una nueva estructura social basada en las clases sociales. En este contexto, la novela refleja las tensiones entre la nobleza tradicionalista y la nueva burguesía emergente.

El autor retrata con ironía y sutileza las costumbres y convenciones sociales de la época, especialmente en lo relativo al cortejo y el matrimonio. La situación de la mujer, representada por el personaje de Pepita, también es objeto de atención, mostrando los límites y posibilidades que tenían las mujeres en aquella sociedad todavía muy tradicional. A esto hay que añadir que el entorno rural en que se desarrolla la historia se mantenía mucho más arraigado a las costumbres y tradiciones que la vida en las grandes ciudades.

Valera, diplomático y hombre de mundo, introduce además en la novela referencias a las nuevas corrientes de pensamiento que llegaban a España desde Europa, como el krausismo. Estas ideas más abiertas contrastan con el ambiente cerrado y provinciano del pueblo andaluz donde se desarrolla la acción, y crea un interesante juego de contrastes.

Motivos principales y contexto

Pepita Jiménez aborda, en primer lugar, el conflicto entre la vocación religiosa y el amor mundano. Sin embargo, no es el único conflicto que se puede encontrar en la historia. A través de los personajes vemos también el contraste entre lo culto y lo inculto. En algún momento, el protagonista, desde la posición que le da su clase social, hace reproches a las clases pobres e incultas por no querer leer para instruirse; pero esto es también una crítica a los de su propia clase. La historia también sirve para mostrar el papel de sumisión de la mujer, la tradición que la relega a un segundo plano y el hecho de estar siempre supeditada al padre o al marido.

En el contexto histórico y social de este mundo rural de mediados del siglo XIX, Valera presenta una visión idealizada de la vida en un pueblo andaluz, con sus costumbres y personajes típicos. Sin embargo, también introduce elementos de modernidad y cambio social, como las nuevas ideas liberales que llegan desde Europa. La novela refleja así la tensión entre tradición y progreso que caracterizaba a la sociedad española de la época.

Símbolos literarios en Pepita Jiménez

Uno de los principales símbolos es el jardín de Pepita, que representa la tentación y el despertar de los sentidos de Luis. Las flores, especialmente las rosas, simbolizan la belleza y la fragilidad de la vida. También pueden representar el amor y el deseo, así como la pureza y la inocencia.

Otro elemento simbólico es la luz, asociada a la razón y la fe, que se contrapone a la oscuridad de la pasión. Los cambios en la iluminación a lo largo de la novela reflejan la evolución psicológica de los personajes. El agua aparece en varias formas, como ríos y fuentes, y simboliza la vida, la pureza y el flujo del tiempo. También puede representar el bautismo y la renovación espiritual.

La iglesia y los símbolos religiosos son omnipresentes en la novela, y reflejan la lucha interna de Luis entre su vocación religiosa y su amor por Pepita. La Iglesia simboliza la autoridad moral y las expectativas sociales. El camino que Luis recorre entre su casa y la casa de Pepita simboliza su viaje espiritual y emocional. Representa su lucha interna y su búsqueda de identidad y propósito.

Estos símbolos ayudan a enriquecer la narrativa y a profundizar en los temas centrales de la novela, como el amor, la religión y la lucha entre el deber y el deseo.

Recepción e impacto

En la actualidad, Pepita Jiménez sigue siendo una obra relevante en el ámbito académico y literario español. Los estudiosos continúan debatiendo sobre su clasificación dentro de los movimientos literarios del siglo XIX, y reconocen su originalidad y su papel precursor del modernismo. La novela es apreciada por su estilo elegante, su análisis psicológico de los personajes y su representación de la sociedad andaluza de la época.

La influencia de Pepita Jiménez se percibe en obras posteriores que tratan el conflicto entre el deber y la pasión, así como en novelas que retratan la vida rural española. Su técnica narrativa, que combina cartas y narración en tercera persona, ha sido reconocida como innovadora para su tiempo y ha inspirado a otros autores en el uso de estructuras narrativas complejas.

La novela ha sido objeto de diversas adaptaciones y reinterpretaciones a lo largo del tiempo. La primera adaptación cinematográfica, cuando el cine era mudo, es de 1927 y está hecha por Agustín García Carrasco. En 1946, el director mexicano Emilio Fernández dirigió una película con el mismo título de la novela. En 1975, el director español Rafael Moreno Alba la adaptó también al cine. Y existe una serie de televisión, dirigida por Manuel Aguado en 1978 para TVE.

También se han hecho adaptaciones al teatro, la última estrenada en los Teatros del Canal, de Madrid, en 2013. Isaac Albéniz compuso en 1895 una ópera que todavía se representa de manera ocasional

Pepita Jiménez en Audible

Pepita Jiménez

Esta versión destaca por su elenco de narradores, que aportan variedad y dinamismo a la narración. La interpretación múltiple enriquece la experiencia auditiva, al ofrecer distintas voces que reflejan el carácter de los personajes principales.

Título

Año

Idioma

Narrador

Duración

Calificación

Pepita Jiménez

2005

Español

Íñigo Álvarez de Lara, Eugenio Barona, Toni Martín

05:58

-

Pepita Jimenez

Laura García narra esta versión más breve con claridad y expresividad. Su voz transmite los matices psicológicos de los personajes, capturando la esencia de la novela realista de Juan Valera.

Título

Año

Idioma

Narrador

Duración

Calificación

Pepita Jiménez

2001

Español

Laura García

02:35

4.8 / 5

Vida y obra de Juan Valera

Juan Valera y Alcalá-Galiano nació en Cabra, Córdoba, en 1824. Tuvo una exquisita formación que le permitió hablar varios idiomas y conocer muy bien el mundo clásico. Fue un hombre de mundo, refinado y enemigo de los excesos. Era de ideología liberal moderada y escéptico en el terreno religioso.

Fue político y diplomático, lo que lo llevó a vivir en Lisboa, Washington y Viena, entre otros destinos. Aunque se conoce sobre todo como novelista, cultivó también la poesía, el ensayo, la crítica literaria y el cuento. Publicó artículos en numerosas revistas y diarios españoles e hispanoamericanos. Aunque fue novelista tardío, después de Pepita Jiménez publicó otras novelas como Las ilusiones del doctor Faustino (1875), publicada por entregas, El comendador Mendoza (1877), Pasarse de listo (1878) y Doña Luz (1879). Tras un largo paréntesis y ya afectado por una progresiva ceguera, aparecieron Juanita la larga (1896), también publicada anteriormente por entregas, y Morsamor (1899).

Para algunos historiadores de la literatura española, su verdadera importancia hay que buscarla como ensayista, en particular en libros como De la naturaleza y carácter de la novela (1860) y, sobre todo, Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas (1886-1887). En esta última obra confrontó su tesis con las de Emilia Pardo Bazán y de otros naturalistas, y defendió un arte narrativo comprometido con la “verosimilitud artística” y, por lo tanto, desvinculado de toda ideología o fidelidad a la realidad social. Valera fue miembro de la Real Academia Española y de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Murió en Madrid en 1905.

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